martes, 3 de mayo de 2011

Testigos de luz




El fuego que funde el hierro y le da gravedad, es el mismo fuego que funde los vidrios que estallan en luz, levedad.

Quien ha estado en una catedral lo sabe: los vitrales, que siempre habitan en lo más alto del sagrado recinto, son el nexo sensible con el cielo. El eco del rezo que convierte las palabras en luz. Benaim mismo ha vivido este contacto, a través de los vitrales que recientemente elaboró para la sinagoga Teféret Israel del Este, y que le permitieron experimentar todas las cualidades expresivas del vidrio: claridad y transparencia, maleabilidad de los pigmentos cuando se someten al calor, la transición a la luz y esa enigmática fuerza del vidrio que convive con la fragilidad. 
Este grupo de obras, Testigos de luz, viene de esta experiencia. En ellas se conjuga, con la armonía y estética que caracterizan la obra de Benaim, transparencias cromáticas y relieves que cobran vida con la técnica de la vitrofusión y el ensamblaje en fuertes estructuras de hierro que nos recuerdan sus trabajos anteriores. También sus obsesiones de siempre están plasmadas en cada escultura: nombra una y otra vez nuestro continente, cartografías y utopías que vienen de otros proyectos, así como laberintos, escrituras y mandalas, que construyen un tótem lleno de luz y significado.
Es la luz la que habla en la obra. Y no quiero decir con esto que sin luz no hay obra: ella acuna pacientemente en el día todas las texturas y formas que al llegar la noche se proyectan en el espacio.
María Clara Fernández
A partir del 9 de junio estos testigos y tres faros en  se presentarán los jardines de la Hacienda  la Trinidad, Parque cultural.